Siempre hay una primera vez

Hace unos dias tuve la dicha de vivir una experiencia única, participé en un encuentro de mujeres en Urubamba. Sin embargo, hoy no les vengo a hablar del encuentro , sino de un regalo que recibí en aquel momento invaluable e inolvidable!

Bella lactancia

La sola oportunidad de hacer este lindo viaje determinaba que tendría que separarme de Ignacio por primera vez. Tendríamos que dormir separados y sin tomar teta!

Lo senti como un reto, como un nuevo momento, como una oportunidad para ambos. No lo habíamos hecho antes y fue la primera vez que me sentí tranquila de dejar a Ignacio en casa junto con su padre e ir en busca de mi propia experiencia.

Debo confesar que el primer día fue muy fresco. Tomé desayuno con mis amigas, tomamos el mismo vuelo, compartimos el auto hacia el Valle Sagrado. Compartimos expectativas, ideas, pensamientos y sentimientos. Esa tarde, mientras una de ellas cayó en cama con el mal de altura, me fui de caminata por la montaña con Aivi, charlamos, soltamos, respiramos, callamos, nos escuchamos. Fue un lindo día.

Ya avanzada la noche, a las 2am, me desperté con un terrible dolor de cabeza y cuerpo. Me sentía muy muy caliente, traté de sobre ponerme, pero el solo intento de girar mi cuerpo me hizo saltar de dolor. Tenia el seno izquierdo sumamente hinchado, congestionado, adolorido. ¡¿Cómo se me pudo pasar?! Sabía que tenía que haber prestado atención a mi producción de leche estando lejos de Ignacio, pero me lo pasé tan bien, que no se me pasó por la mente ese día.

Ahí estaba yo, con algo de fiebre tal vez, con mucho dolor, poniéndome zapatos, sosteniendo el seno con mi mano, para caminar hacia el baño que estaba afuera, al lado del jardín. Sabía que tenia que extraerme leche. Sentí mucha lástima con la idea de desperdiciar mi leche nutritiva. Se me pasó por la mente entregarle mis gotas de leche a la Pachamama, junto al riachuelo que pasaba por la casa. Pero olvidé el frío de madrugada que podía hacer en el Valle! Dejé mis pensamientos, me encerré en el baño, y comencé a extraer leche manualmente. Fue doloroso, fue cansado (más que por el método, por el nivel de congestión que tenía). Tuve que hacer alto 3 o 4 veces, relajar, respirar y retomar.

Cuando regresé a mi habitación, miré el celular para verificar la hora,me encontré con un mensaje de mi gordo, contándome que Ignacio había despertado a la misma hora que yo, con hambre, le pidió arroz y comió. Estábamos juntos en esto, nos extrañábamos. ¡Nuestra lactancia hacía falta!

Fotografa en Lima-Peru

Volvi a cama agotada, adolorida y con mucho sueño. A la mañana siguiente el seno se hinchó más, pero no me sentía tan caliente. Afortunadamente las mujeres que me acompañaban son doulas. Mujeres maravillosas que acompañan mujeres. Me pregunto si podría haber tenido mejor compañía en circunstancias como esta.

Siempre hay una primera vez – Parte I

Ese día era el inicio del evento, un encuentro de mujeres bellas y sabias. Me extraje nuevamente leche en un vasito, con ayuda de mi amiga querida. Aivi, que además de doula es asesora de lactancia, me recordó la importancia de liberar oxitocina en el cuerpo para permitir el fluido de leche con calma. Me ayudó con unos masajes, palabras dulces y así «descargué» otra entrega de leche. Con el frío de aquella madrugada me acompañó una ligera tos y resfrío. Aivi me sugirió tomarme la leche, total, ayudaría con el resfrío y más!

¿Tomarme mi propia leche? ¿En serio? Nunca se me había cruzado por la cabeza! Y sin embargo, me hacía mucho sentido en ese momento. Es la leche que toma mi hijo, lo más puro y nutritivo que le puedo ofrecer, por qué no tomar/probar algo que mi hijo ingiere a diario?, pensé. La razón me dictó que estaba en lo cierto, el prejuicio me hablaba de lo extraño que podría ser. Me preparé con una bocanada de aire y tomé un sorbo, preparada para percibir uno de los sabores más extraños en mi vida. El resultado? … Deliciosa!!!! No me lo podía creer, no sólo sabía bien, era sabrosísima, ligera, dulce, deliciosa! Con el siguiente sorbo saboreé todo y me sentí de maravilla con esta nueva experiencia. ¿Cómo no lo había hecho antes?

Siempre hay una primera vez – Parte II

Sentadas en círculo, nos encontrábamos ahí, en la primera hora del encuentro, con rituales hermosos, recordando tradiciones. La presentación inicial de cada una fue un momento muy agradable, sin embargo el seno me seguía dando señales de alarma, sentía esas bolitas cada vez más duras. Pasaron unas 3 horas y el dolor me invadía una vez más. Aguanté esa sensación hasta el medio día. A la hora del almuerzo Aivi se acercó y me dijo que seguro ya estaba necesitando sacarme leche nuevamente. Me ayudaron Aivi y Andrea, la otra compañera doula, de las más dulces que hay. Me hablaron, me recomendaron posiciones, me hicieron masajes y ahí estaba en una nueva tanda de extracción, más tranquila a nivel emocional, pero más dolorosa en términos físicos. Mi seno llamaba a mi niño, nada como la succión para «desatorar» (Sin mencionar que el otro seno, ya se hacía presente).

Mientras intentaba extraerme con dolor y probando técnicas variadas, Aivi vio pasar a una bella mujer con su bebé en brazos, lo traía en un fular pegadito a ella. Le habló y le comentó el problema que yo estaba teniendo con mis senos y se lanzó a preguntarle si su bebé podría tomar de mi pecho. Ella me miró con sus lindos ojos brillantes y accedió, afirmando que su pequeño es todo un comelón y que siempre le venía bien más leche.

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Me lo puso en brazos, las dos cruzamos miradas y sonrisas nerviosas. Mi corazón se agitó muchísimo. Recibí a ese pequeñito como a un ángel bajado del cielo. Lo tomé con mucho cuidado, quise hacerle sentir de la mejor forma posible, le hablé, lo saludé, le ofrecí el pecho adolorido y ahí estaba este pequeño ángel de 5 meses tomando mi leche, aliviando mi dolor, aliviando mis temores. Sacha me acarició el rostro! Lo sentí tan familiar, tan natural. Su madre y yo nos miramos y nos reímos, esas risas felices y nerviosas, llenas de emociones, todas juntas.

El día de hoy estoy sumamente agradecida con esta madre hermosa y su hijo, por el enorme corazón y por su amor. Por solidarizarse conmigo y confiar en mi.

Pero además de haberme ayudado a absolver el dolor del pecho. Lo que ellos no saben es que me dieron una lección de amor.

Me enseñaron que mi pecho y mi corazón no son de uno. Mi corazón es tan grande que está listo para dar más amor, a un hijo más, a dos o tres más! Lo que tanto temía, pensando en quitarle atención o cariño a mi Ignacio, se había desvanecido. Mi amor por él no se vería afectado, pues entendí que estoy en toda capacidad de amar más y más y seguirle amando a él también.

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Ahí supe que podía tener más hijos, que esos miedos retenidos, podían ser liberados. Sacha me dio una enorme lección, él y su madre me dieron uno de los mayores regalos en mi vida y por eso les doy mi amor y quedo agradecida con ustedes para siempre.

Nos volvimos a ver el día siguiente, algo atareadas con la agenda del evento, no pudimos cruzar más que palabras, le di un besito a Sacha sin saber que sería el ultimo! Gracias bella madre, gracias por tu amor, gracias Sacha, por ser tan puro e inocente, gracias a la vida por ponerlos en mi camino y traerme este mensaje maravilloso de amor y vida!

Gracias Sacha de mis amores…

Mimando Ando … agradeciendo de corazón!

Asesora de lactancia, a la vuelta de la esquina

Antes fueron nuestras abuelas, madres, parteras, comadronas, acompañantes en el parto y en la maternidad. Pero tomando en cuenta que ya no tenemos ese acompañamiento de tribu, se fueron perdiendo muchas prácticas, entre ellas las de podernos heredar generación a generación el arte del amor, el arte de amamantar. Y le llamo arte, porque a pesar de llevarlo en el ADN, es un acto aprendido.

Se aprende desde niñas, desde que vemos a las mujeres mayores amamantar, desde que vamos creciendo y observamos a nuestros hermanos y primos amamantando hasta que lo dicte la naturaleza (o madre o hijo). Sin embargo, el mundo occidental nos trae otras propuestas que nublan estas tradiciones milenarias, borrando un acuerdo natural, un acuerdo de supervivencia y salud.

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Para esta época, en que mi madre «no tuvo leche» porque así le hicieron creer. Época, en que dar leche artificial era más chic que dar leche materna. Epoca en que todo lo que provenía de la industria fue sobre-valorado y situado en la creencia de ser lo mejor para nuestros niños (cunas, coches, biberones, chupones, andadores, etc.) Epoca en que las mujeres empezaron a borrar el archivo ancestral de amamantar a tal punto de llegar al día de dar a luz y no tener idea de cómo conectar a su bebé con el pezón, llenas de miedos e inseguridades, porque nadie, ni la vida, ni la enfermera, ni su propia madre podrían decirle a esa mujer: Tú puedes, tu hijo puede, es natural, están hechos para esto el uno y el otro, amamanta y punto.

El día de hoy, en salas de partos, en habitaciones de hospitales, escuchamos más y más pediatras, enfermeras y familiares, afirmar que la leche artificial es un must. «Ten una latita a la mano, por si acaso». Gracias señores, por la confianza que me dan, porque esa latita será mi boleto a la renuncia de establecer una lactancia exitosa y amigable.

Para  suerte de las madres modernas – que no tenemos todas las herramientas, la información , ni la confianza necesarias para llevar a cabo una lactancia de éxito, en muchos casos – existen las asesoras de lactancia. Son mujeres, madres, doulas, profesionales de la salud, que se tomaron el tema en serio y profesionalizaron el oficio.

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Existe la asesora de lactancia, quien acompaña, como acompaña una doula. Acompañamiento dentro del que incluye el apoyo para un correcto establecimiento de la lactancia, entre otros aspectos del periodo de embarazo, parto y post-parto. Por otro lado existen también los consultores de lactancia, que son personal sanitario preparado para asistir problemas clínicos o médicos que salen a la luz en algún momento del periodo de gestación o tras el parto.

Por ello me reuní con dos amigas doulas, que admiro mucho por su entrega y preparación, Aivi Sissa y Andrea Bettocchi. Ellas también asesoran en el establecimiento de la lactancia dentro del acompañamiento post-parto que suelen brindar.

Compartieron conmigo muchas experiencias y pudimos analizar un poco más de cerca por qué algunas mujeres, que no tienen complicaciones médicas, suelen tener problemas para establecer con éxito la lactancia. Se basa en la confianza de sí misma, de su cuerpo y su capacidad de producir leche. Como segundo punto, el acompañamiento que tienen es crucial, pues son estas personas quienes les recomiendan entre dar en primera instancia el pecho o dar fórmula de relleno.

Numeramos los principales pasos a seguir, que ellas sugieren para llegar a un adecuado establecimiento de la lactancia:

  1. Es importante contar con esta información desde el embarazo.
  2. Buscar un pediatra pro-lactancia quien pueda estar a disposición una vez nace el niño, para consultas y sugerencias.
  3. Las primeras 2 horas después del parto, son esenciales para colocar al bebé en el pecho de la madre (existe ya una legislación para esto). El cuerpo de la madre libera endorfinas, se genera confianza y se establece más rápido el vinculo madre-hijo al amamantar.
  4. El caso ideal es el piel con piel al momento del parto, que la madre lo pueda recibir y tenerlo «enganchado» al pecho una vez nace.
  5. Durante las primeras 24 horas, lo ideal es que el bebé se «enganche» de 10 a 12 veces por lo menos, con buenas tomas dentro de ese periodo.
  6. Las primeras 48 horas son esenciales y la forma en que la madre enfrenta esas horas van a tener reflejo en el desenlace de la lactancia. Los receptores de prolactina se producen dentro de esas 48 horas, por ello cuanto más tiempo y frecuencia se «enganche» el bebé al pecho en ese periodo, mayor será el volumen de leche que se produce.
  7. Haber visto otras mujeres amamantar siempre es de ayuda, nos familiariza con el acto natural y genera confianza.
  8. Tener calma y paciencia, en general el primer mes es de aprendizaje, de encontrar nuevas posiciones, de desarrollar habilidades tanto madre como bebé para el correcto enganche y mejor posición para ambos.
  9. Difrutar: Al sentir placer de amamantar, el cuerpo libera oxitocina, la hormona del amor, la hormona que ayuda en cadena a que todo esto funcione.

 

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¿Donde conseguir apoyo?

Puedes buscar a una doula, que te acompañe desde el embarazo y empodere con toda esta información, para un acompañamiento más personalizado. En caso sólo desees acudir a una de ellas como asesora de lactancia la sugerencia es:

  1. Que te reúnas con tu asesora durante el embarazo una o dos horas.
  2. Que te visite las primeras horas de nacido el bebé.
  3. Una tercera visita cuando llegas a casa con la lactancia establecida (o en proceso)

De igual manera, en Perú existen dos grandes organizaciones donde se puede conseguir apoyo:

Lactared que cuenta con un staff de profesionales de la salud calificados para dar apoyo en casos más complejos, casos clínicos y de complicaciones médicas. Ellos cuentan con una certificación internacional para personal sanitario en materia de lactancia.

La liga de la leche, que brinda apoyo desde la contención de grupo, tienen reuniones frecuentes de madres lactantes, para escucharse, hablar, compartir y hallar un espacio de intereses mutuos acerca de la lactancia.

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Ya sabes que con información te empoderas. Y una madre empoderada, toma mejores decisiones.

Muchos éxitos con tu lactancia!

Mimando Ando… amamantando!

*Agradezco de manera especial el tiempo compartido por Aivi y Andrea para darme sugerencias y datos con respecto a este tema. Si quieres saber más de ellas o contactarlas, puedes ingresar a:

www.aivisissa.com

https://www.facebook.com/nacerlima

Plan de parto: Hacia un parto respetado

Hace poco una amiga me escribió contándome la linda noticia de su embarazo, y tras ella una serie de preguntas y dudas, que a todas nos vienen en ese momento. En qué clínica u hospital dar a luz, con qué doctor atenderme, qué tipo de parto tener, etc.

Lo primero que le dije es que lo principal es estar bien informados, que tenga cita con al menos 3 doctores para comparar opiniones, prácticas, filosofías, etc. Además de averiguar cuáles son los protocolos de los centros médicos para saber cuál es más afín con sus necesidades y preferencias.

Tras describir algunas cosas más, me di cuenta que de lo que estaba hablando era de hacer un plan de parto. Se lo comenté y creo que quedó contenta con esta nueva opción para ella. Es la oportunidad perfecta para tener el control de tu parto, de tu momento, de la bienvenida que le das a tu hijo.

El plan de parto es un documento en que pones por escrito tus deseos para el día del parto, para la atención que recibes en ese gran momento y también para la atención de tu bebé tras haber nacido. Es una manera de comunicarte con todas las personas que te estarán atendiendo, dejando claras tus preferencias y las cosas que desearías evitar por completo.

 

Antes de escribir el plan: ¿Qué debo tener en cuenta?

Información, es la clave. Prueba asistir a algún curso prenatal para tener en cuenta los procedimientos actuales. Conversa con otras mamás o busca testimonios de partos de mujeres en diferentes circunstancias. Recuerda que el parto en hospital, es solo una opción y existen más posibilidades para ti. Puedes averiguar cómo son los partos en casa o en casas de partos.

Parto humanizado

Por un parto humanizado (Fuente: http://www.mamadealtademanda.com)

 

Te recomiendo mucho leer sobre parto respetado y las circunstancias que debes hacer respetar para ese día. Por derecho hay ciertas cosas que deben hacer respetar tú y tu pareja, como la posibilidad de recibir a tu bebé en brazos apenas nazca (sea natural o por cesárea) el bebé necesita el primer contacto piel con piel, que pueda encontrar tu calor de inmediato y buscar el pecho de mamá para lactar dentro de las primeras dos horas es primordial (siempre que el caso no amerite una separación por cuidados médicos y de fuerza mayor).

Habla con tu pareja para saber qué tipo de parto es más afin con ustedes, de qué manera estarán cómodos y revisen todas las posibilidades de participación de papá en ese momento (como apoyo, como protagonista, como asistente, etc)

 

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Gracias a mi amiga La Tata por esta imagen-resumen.

La Ley en Perú ampara aspectos importantes hacia un parto respetado desde el 2013, aquí está la resolución para que la tengan a la mano y no les tomen por sorpresa.

Pueden descargar la versión completa en este enlace: ftp://ftp2.minsa.gob.pe/normaslegales/2013/RM828_2013_MINSA.PDF

 

Revisa la posibilidad de contar con una doula en tu parto, yo no sabía que contábamos con un excelente staff de doulas en Perú y ahora que conozco su labor más de cerca, es lo que desearía para mi próximo parto sin lugar a duda. Pueden tener una cita con un par de ellas, entender su participación y apoyo en el proceso desde el embarazo, parto y post parto y revisar las posibilidades de contar con una en las diferentes etapas que lo necesiten.

Conversa con tu ginecólogo sobre todas estas opciones, evalúa sus respuestas y opiniones y así podrás determinar si es la persona adecuada para acompañarte en esta tarea, o si lo prefieres podrás evaluar a otros doctores en el proceso hasta dar con el indicado. De igual manera debería funcionar con el centro médico, puedes preguntar, solicitar información y averiguar todos los aspectos relacionados con los procedimientos del hospital o clínica, las políticas internas y si estas permitirán que se cumplan tus deseos para ese momento. Aquí hay una línea delgada entre hacer respetar tus derechos (por ley) y convivir con las políticas del centro de salud.

¿Qué poner en el plan de parto?

Aqui numero los principales puntos que creo puedes considerar, pero siempre puedes extenderte en función de los aspectos que desees dejar más claros o hacerlo más breve, según tus deseos:

1. La compañía que deseas tener el día del parto: Tu pareja, mamá, amiga o doula.

2. Qué tipo de parto deseas tener y en qué posición deseas hacerlo.

3. Qué tipo de alivio para el dolor deseas: Dependiendo de las instalaciones en que te encuentres, puedes optar por una ducha de agua tibia, una tina, tener una pelota de pilates en la habitación, caminar, etc. O si deseas optar por algún tipo de analgesia para el dolor como la epidural.

4. Resaltar que existen algunas prácticas que están desaconsejadas y/o prohibidas para el parto y dejar en claro tu desacuerdo con ellas:

– Rasurar el vello púbico o poner un enema, en ambos casos no es lo que se creía y ya no son recomendables ni necesarios.

– Que no coloquen una vía intravenosa de no ser necesario para tener mayor movilidad.

– Que no administren oxitocina sintética para acelerar el proceso de parto (a menos que sea necesario)

– Que no realicen la episiotomía como procedimiento de rutina

– Es contraproducente y atenta contra la salud de madre e hijo que realicen la maniobra de kristeller, en algunos países es ilegal. Es también llamada la «maniobra invisible» porque no queda registrada en ningún documento, a pesar de haberla realizado. Conmigo la practicaron, en mi cesárea y fue muy dolorosa.

– No cortar el cordón umbilical hasta que deje de latir.

5. Alimentación del bebé: Que se respete la lactancia exclusiva de tu bebé, si deseas darle tu leche en biberón, si no deseas que se administre ningún tipo de alimento que no sea bajo tu consentimiento (leche o suero).

6. Durante tu estadía en el centro de salud: Que no te separen de tu bebé, que permanezca contigo y bajo tus cuidados (salvo casos específicos).

7. Otros aspectos de importancia para ti, como asuntos culturales o religiosos de relevancia para ti y tu pareja, condiciones especiales que puedas requerir, etc.

 

Este documento es algo que debe reflejar tus intereses y necesidades, pero quiero dejarte un par de ejemplos a modo guía que encontré en páginas del gobierno de España:

Haz clic para acceder a planPartoNacimiento.pdf

http://www.juntadeandalucia.es/salud/sites/csalud/contenidos/Informacion_General/c_3_c_1_vida_sana/embarazo_y_salud/plan_parto_nacimiento_idiomas

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Recuerda que lo más importante para ese momento es que sean tú y tu bebé los protagonistas, que eres tú quien toma las decisiones, y que debes estar a gusto en TODO momento, porque el parto es tuyo, el parto es nuestro.

 

Mimando Ando … por un parto respetado!

 

 

La historia de mi innecesárea

Íbamos muy bien, ninguna complicación, cero molestias en el embarazo, muy a parte de los usuales malestares de los 3 primeros meses (náuseas y mareos en mi caso). Me preparé haciendo yoga prenatal (lo recomiendo). Hacía ejercicios todas las noches en casa después del trabajo para relajar la parte baja de la pelvis, la espalda, hacer ejercicios de respiración, hablar más con mi bebé. Su papá le tocaba música, le cantábamos, conversábamos con él…

Mejoré mi dieta, no cambié mi estilo de vida, porque seguía con un fuerte ritmo de trabajo, pero me gustó mantenerme activa durante mi embarazo, caminaba mucho, subía y bajaba escaleras, la verdad seguía con mi rutina sin encontrar en el embarazo la excusa para tumbarme a la cama (ojo que hubo días o noches que esto ¡sí que era necesario!) Eso sí, empecé a dormir más temprano y levantarme una o dos veces en la noche para ir al baño, mi vejiga parecía pedirlo a gritos.

Pero cuento todo esto, porque mi embarazo fue sumamente normal, sano y tranquilo. Me preparé para un parto natural todo el tiempo. Leí, leí y leí por montón. Entendí la necesidad y la importancia de recibir a mi bebé, a pesar de no haber contado con la instrucción de las féminas de mi tribu (en este caso mi madre, abuela o tías, pues ellas fueron de la generación de la “cesárea cool” como yo le llamo). Así que me instruí solita en este mundo paralelo del embarazo, el parto y la maternidad y lo que iba descubriendo era un empoderamiento hacia mi propia fuerza como mujer. Suena lindo ¿verdad? Pero no era fácil. No fue fácil asimilar tanta información y soltar mucha otra que yo ya traía en la cabeza (des-aprender). No fue fácil entender que la cesárea se da por complicaciones y no (debería ser) a pedido.

Me costó quitarme de la cabeza la idea del parto con dolor extremo, con mucho sufrimiento, con sacrificio del cuerpo al límite. Esa idea de la mujer como mártir a la hora de parir. Me costó, y aunque leí mucho sobre el tema, en ese momento no terminé de procesar tanta información y sentirme segura de mi misma, de la fuerza de mi cuerpo ni la de mi bebé.

Las últimas semanas de embarazo la doctora que me atendió, una gineco-obstetra con bastante experiencia y muy amigable que atiende en las mejores clínicas de maternidad, nos venía advirtiendo que el tamaño de la cabeza del pequeño seguía siendo algo más grande que el promedio y no paraba de crecer y no le veía “buen futuro” a esas cifras. Padres primerizos, hijos de la generación “cesárea cool”, hijos de la generación “parto = sufrimiento” nos íbamos viendo más y más preocupados por ese dato que cita a cita iba siendo más resaltado.

Quise estar muy bien preparada, asistí a todas las clases de preparación prenatal con mi gordo, ambos queríamos estar seguros de todo, de aprender bien el tema de la respiración al pujar, de reconocer las contracciones, de entender el proceso de dilatación. Preparé un plan de parto que mi doctora ni miró porque me dijo que la clínica ya tenía procesos establecidos y en todo caso si quería dárselo lo tenía que enviar por carta formal a la administración de la clínica y que mejor me evitara molestias.

Esperando a Ignacio_papis con panza

Como no recibió mi plan de parto, al menos le fui comentando en cada control mis deseos para cuando recibiera a mi bebé en sus manos. Le comenté que quería optar por dar a luz en posición vertical. Uno de los aspectos por los que esa clínica me convenció fue porque cuentan con la silla para apoyarte en posición vertical y con la poca información y referencias que tenía parecía ser la más familiarizada con el parto natural (más no con el parto respetado por lo que viví después). Le expliqué también a la doctora, que queríamos el primer contacto con el bebé piel a piel de cualquier manera, si fuese cesárea debería ser el padre quien lo reciba en su pecho, por lo menos.

La semana que programamos la cesárea, tuvimos muchas dudas. La cabecita de Ignacio parecía ser muy grande y él parecía estar muy cómodo aún en la panza de mamá como para salir “a tiempo”. La doctora nos decía que a pesar de estar boca abajo, aún no descendía ni se posicionaba , y que su cabeza seguía pareciéndole grande. Los controles finales parecían sólo una medida a la cabeza de mi bebé para jugar a la suerte de si era o no cesárea. Y la verdad la barriga ya estaba re-grande y este pequeñito seguía bien sujeto al útero de mamá. Yo me sentía cansada y ansiosa por conocerlo.

En las noches repasaba con mi gordo lo que debíamos tener en mente para el día del parto, la respiración, el conteo de las contracciones, la técnica de pujo,  etc. Pero a medida que lo repasaba noche a noche, creo que mis sombras aparecían y me asustaba más y más. Creo que dudaba de mi propia capacidad de parir. Me preguntaba si tendría la fuerza suficiente para aguantar tal “magnitud de dolor”. Eso no se lo dije a nadie, pero es la verdad. Las ansias me traían miedos, temía muchísimo “no tener leche” para darle de lactar a mi hijo, temía no tener fuerzas para poder pujar, temía que su cabecita fuera tan grande que se pudiera maltratar.

Fue así que tras hacer muchas preguntas de verificación a la doctora, todos los datos que nos mostraba parecían indicar que lo más razonable era realizar la cesárea. La programamos para la tarde siguiente. Llegamos a la clínica dos horas antes, muy emocionados, ansiosos y contentos. Por fin conoceríamos a nuestro Ignacio. Me llevaron a una sala de pre-parto en la que monitoreaban al bebé en la panza. Luego me llevaron en la camilla hacia aquella habitación fría que jamás se borrará de mi memoria.

Ingresé a la habitación en camilla, con esa bata de hospital que te tapa por adelante, pero no por detrás, con gorrito en la cabeza. Lo primero que apareció en el panorama fueron los muros cubiertos de mayólica color verde hospital. Había una radio encendida en la esquina y en medio una camilla muy larga y muy angosta. Me hizo recordar el caballete sobre el que alguna vez salté cuando niña en mis entrenamientos de gimnasia artística. Me trasladaron a aquella camilla, me pidieron que me sentara con cabeza y espalda dobladas hacia adelante, muy “relajada” y me inyectaron la epidural. Sentí dolor al ingresar el líquido, aunque lo olvidé casi al instante pues sólo empecé a sentir que me iba…todo se veía borroso. Le dije a la anestesióloga con voz muy débil y haciendo esfuerzo por respirar “me voy” y sentía desvanecerme. Al instante me tomó en brazos otra mujer (probablemente una enfermera) y entre las dos me sujetaron para que mantuviese la posición. Me colocaron una máscara de oxígeno y me recostaron en esa tabla.  Y luego, hicieron lo que hicieron en mi entrepierna, pelvis y partes bajas. Desconozco todo tipo de maniobra o preparación, pues dejé de sentir la parte baja de mi cuerpo y extendieron una sábana frente a mi para evitar que viera la cirugía.

Al cabo de un rato, cuando estaba todo listo, permitieron la entrada de mi gordo, le recordé que no dejara de pedir que le dieran al niño apenas naciera, él muy entusiasmado estaba atento con cámara en mano. Yo estaba muy nerviosa, mareada, débil y asustada, pero al mismo tiempo ansiosa por ver a mi bebé. Traté de hablarle mucho de corazón a corazón. Sabía que sería una llegada traumática para él, pues en el parto natural los niños son los que dirigen su llegada a este mundo, son ellos mismos los que trabajan por salir y lo consiguen trabajando en equipo con su madre. Ellos también se activan con la adrenalina y es por ello que están atentos a lo que va a suceder. Son niños que saben que llegó el momento de salir a la luz. Mi niño no lo sabía, lo tomarían por sorpresa y más bien tendría un choque de luz.

La doctora se colocó en posición, imagino que la pediatra estaba al otro lado de la camilla, escuchaba una charla entre mi ginecóloga y ella, mientras coreaban la canción que sonaba en la radio, una emisora de los 80´s. Empezó a cortar, lo sentí, hacía maniobras, pero no sabía qué sucedía, quizás se tomó unos cinco minutos en el tema de separar mis tejidos y…¡zaz! Una enfermera sobre mi abdomen empujó muy fuerte mi barriga hacia abajo (Maniobra de Kristeller), yo grité de dolor y sentí que arrancaron algo de mi, algo se desprendió en mis entrañas, las lágrimas brotaron de mis ojos, de dolor, me dolió el cuerpo y me dolió el alma. No entendí bien qué fue lo que sucedió, ni lo pude procesar en ese momento. Al cabo de unos segundos o minutos (no lo sé, todo pasó muy rápido) escuché el llanto de mi niño. – ¿Cómo se llama? – preguntó la doctora. -Ignacio – respondió mi gordo. – Bienvenido Ignacio – le dijo la doctora a mi bebé, mientras lo sostenía y lo acercaba a las manos de quien creo era la pediatra.

Vi pasar a mi bebé por lo alto hacia una pequeña camita detrás de mi. Le hicieron limpieza y el Test de Apgar . Yo seguía llorando en una mezcla de emociones, dolor,  frustración y emoción por escuchar a mi bebé y con ansias de saber que estaba bien. Vi que mi gordo fue a verlo corriendo (sin soltar la cámara) regresó corriendo a decirme que estaba muy bien y al cabo de unos minutos nos lo acercaron envueltito en mantas. Mi gordo lo sostuvo en sus brazos y una enfermera nos tomó una foto  a los tres, la primera de muchas, pero la que dejaría recuerdo de aquella fría habitación en la que mi niño y yo no fuimos protagonistas, sólo fuimos un número más.

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Se llevaron a mi bebé, me terminaron de suturar la herida por unos 20 minutos más, me llevaron a la sala de post parto o cuidados, y me dormí. Al cabo de un par de horas vinieron por mi y me trasladaron a mi habitación. Me sentía débil y muy cansada. La verdad mi cuerpo sólo quería seguir durmiendo, mi cabeza (y corazón) tenía muy presente que tenía que ver a mi bebé cuanto antes. Una vez en la habitación mi gordo me dijo que lo tenían en el cuarto de bebés, mi mamá, mi suegra, mi mejor amiga y él lo habían podido ver a través de un vidrio, esa suerte de vitrina que deja ver a los niños en sus camitas, todos en orden, y mi niño había estado dando saltitos esporádicos y claro que había estado llorando, pero se calmó, o ¿se resignó?, no lo sé. Nadie lo atendió, pero todos siguieron viendo ese show a través de ese gran vidrio que separa a los bebés del calor de sus madres.

Cuando vi a mi bebé entrar en su camita saltó mi corazón de emoción, la enfermera acomodó mi cama en posición tal que pudiera recibirlo en brazos. Y lo acercó a mi pecho. Yo no tenía la menor idea de qué hacer ni como darle el pecho. Pero mi instinto se despertó, lo sostuve, le acaricié y traté de hablarle para darle calma, para cobijarlo y que supiera que no estaba solo.

El tema de la lactancia lo dejaré para otro momento, porque también fue un proceso largo y no “enganchó” tan fácilmente ni a la primera. Las dos primeras noches, que pasamos en la clínica, fueron difíciles. Mi niño lloraba cada dos horas, yo lloraba con él, por no poderme parar para sostenerlo, por ver que su papá se quedaba dormido del cansancio y que era yo la que abría los ojos al mínimo movimiento de él, y que sin embargo era él quien le tenía que atender. Lloraba por frustración y porque quedó en mi sembrado un profundo sentimiento de culpa. Me sentía en deuda con mi bebé, por haberlo traído antes de tiempo, por haberle fallado y no haberlo recibido con mis propias manos o con mi propio cuerpo. Por no poderme poner de pie para tomarlo en brazos, en fin, por no estar 100% para él.

El día de hoy recuerdo ese momento y me atrevo a decir todo lo que sentí, pero me tomó tiempo aceptarlo y, sobre todo, hablarlo. A veces callamos muchas de estas emociones, porque lo lógico es manifestar alegría y contar lo maravilloso que fue ver llegar a tu bebé. Pero, una cosa es recibir a tu bebé en tus brazos y otra es que otros lo hagan por ti, y aún por encima te maltraten a ti y a él. Si eso no es maltrato, no sé qué es.

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Lo que sí sé, es que mi próximo parto será diferente porque estoy informada, porque conozco mis derechos como mujer y como madre, porque conozco los derechos del bebé y porque por sobre todas las cosas no permitiré nunca más que intervengan un momento tan importante, mágico y maravilloso para mi, como este, de esa forma. Primero yo, primero mi bebé.

Mimando ando… y empoderando!

Conocí a una Doula

El otro día me reuní con Aivi, la conocí a través de la tata, para variar esa mamá pulpo que a todos conoce y de todos sabe, y que todos la conocen, porque es la casa de la tata y su tribu. Pues Aivi es de esa tribu, de mamas que están haciendo algo por promover una crianza positiva y no solo para los niños ya nacidos, sino desde el vientre, por el derecho a tener un embarazo y partos respetados.

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Aivi Sissa – Doula

Aivi es doula, es una mujer que tiene magia, que tiene conocimiento y se ve en sus ojos las ganas de compartir toda esa información por ayudar a más mujeres a encontrarse consigo mismas, con su propia naturaleza y sacar a relucir su grandeza e inmensa fuerza natural.

Nuestra charla duró más de lo esperado, «es que somos unas loras» me decía. Pero la verdad este tema es infinito y el nivel de información que lleva Aivi consigo, al parecer ¡también!

Me encantó conversar con ella pues trae el punto de vista no solo de quien ha tenido la experiencia de acompañar partos, conocer la técnica, contar con la literatura (que ya es bastante) sino que además suma el ser madre, el haber parido en casa, el haber recibido a sus niñas como ella quiso y como la naturaleza manda. Toda esa experiencia en conjunto y sus conocimientos me hicieron recordar aquellas historias de las matronas, de la tribu, de las enseñanzas de la abuela, la madre a la hija, de los conocimientos que se nos transmitía generación a generación, de esa sabiduría ancestral, que fue quedando en el camino para ir siendo revocada por el conocimiento científico y medicinal (nada en contra de él, pero sí de la falta de equilibrio en todo esto).

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Doulas – Mujeres que apoyan mujeres

 

Y así, nos pasamos hablando de parto, de su vida en España, de violencia obstétrica, pasamos por todo, por educación Montessori, maneras de educar con mayor libertad a nuestros hijos, posibles elecciones para nosotras. Hasta terminé contándole la (dolorosa) historia de mi parto, con ojos aguados y sintiendo que encontraba por fin a alguien que me escuchaba y me comprendía, que no estaba loca por sentir todo esto y que, en realidad, es más normal de lo que parece.

¿Qué es una doula? ¿Qué hace? ¿Aún existen? ¿Necesitamos de ellas?

Las doulas son mujeres, en su mayoría madres, que acompañan a otras mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio (post parto).

Su labor fundamental es dar soporte, tanto físico como emocional, en estas etapas. Este apoyo va dirigido en primera instancia a la madre, pero el padre se ve ciertamente liberado de cargas, sobre todo emocionales, al contar con una mujer que logra empatía y conexión con la madre.

Es importante resaltar que una de las principales tareas de la doula es informar positivamente acerca de la experiencia de la maternidad y del parto a las mujeres embarazadas y sus familias. Y uno de los aspectos que diferencia su tarea de la del doctor o la obstetra es el cuidado continuo que provee a la madre, ella le acompaña en todo momento y hace un plan para dar apoyo práctico y emocional. Es la mujer que trae la seguridad y calma a esa madre confusa y y emocionalmente vulnerable.

Hoy en día hay más doulas preparándose, formándose y acompañando partos. Es la presencia de la mujer que quedó de lado hace unos años y se está retomando, pues es el aporte necesario para un parto con guía, con calma y respetado.

 

En mucho tiempo no sentía esa congenialidad de pares, dos hembras, dos madres, dos mujeres con intereses comunes conversando en aquel café, compartiendo reflexiones y yo queriendo saber más y más de sus historias, de sus decisiones, de su experiencia.

Tras esta larga charla, quedé con ganas de hablar más, pero quedé contenta, hay más mujeres empoderadas, no era yo sola buscando información, y cuando las mujeres nos unimos y nos apoyamos la fuerza que se genera es inmensa, es una energía que no tiene reversa.

Mimando ando… empoderando más mujeres!

 

 

*El Dato: Si quieres conocer más de cerca a Aivi y los servicios que ofrece como doula puedes encontrarla en su página www.aivisissa.com o en Facebook: https://www.facebook.com/nacerlima