Hace unos dias tuve la dicha de vivir una experiencia única, participé en un encuentro de mujeres en Urubamba. Sin embargo, hoy no les vengo a hablar del encuentro , sino de un regalo que recibí en aquel momento invaluable e inolvidable!
Bella lactancia
La sola oportunidad de hacer este lindo viaje determinaba que tendría que separarme de Ignacio por primera vez. Tendríamos que dormir separados y sin tomar teta!
Lo senti como un reto, como un nuevo momento, como una oportunidad para ambos. No lo habíamos hecho antes y fue la primera vez que me sentí tranquila de dejar a Ignacio en casa junto con su padre e ir en busca de mi propia experiencia.
Debo confesar que el primer día fue muy fresco. Tomé desayuno con mis amigas, tomamos el mismo vuelo, compartimos el auto hacia el Valle Sagrado. Compartimos expectativas, ideas, pensamientos y sentimientos. Esa tarde, mientras una de ellas cayó en cama con el mal de altura, me fui de caminata por la montaña con Aivi, charlamos, soltamos, respiramos, callamos, nos escuchamos. Fue un lindo día.
Ya avanzada la noche, a las 2am, me desperté con un terrible dolor de cabeza y cuerpo. Me sentía muy muy caliente, traté de sobre ponerme, pero el solo intento de girar mi cuerpo me hizo saltar de dolor. Tenia el seno izquierdo sumamente hinchado, congestionado, adolorido. ¡¿Cómo se me pudo pasar?! Sabía que tenía que haber prestado atención a mi producción de leche estando lejos de Ignacio, pero me lo pasé tan bien, que no se me pasó por la mente ese día.
Ahí estaba yo, con algo de fiebre tal vez, con mucho dolor, poniéndome zapatos, sosteniendo el seno con mi mano, para caminar hacia el baño que estaba afuera, al lado del jardín. Sabía que tenia que extraerme leche. Sentí mucha lástima con la idea de desperdiciar mi leche nutritiva. Se me pasó por la mente entregarle mis gotas de leche a la Pachamama, junto al riachuelo que pasaba por la casa. Pero olvidé el frío de madrugada que podía hacer en el Valle! Dejé mis pensamientos, me encerré en el baño, y comencé a extraer leche manualmente. Fue doloroso, fue cansado (más que por el método, por el nivel de congestión que tenía). Tuve que hacer alto 3 o 4 veces, relajar, respirar y retomar.
Cuando regresé a mi habitación, miré el celular para verificar la hora,me encontré con un mensaje de mi gordo, contándome que Ignacio había despertado a la misma hora que yo, con hambre, le pidió arroz y comió. Estábamos juntos en esto, nos extrañábamos. ¡Nuestra lactancia hacía falta!
Volvi a cama agotada, adolorida y con mucho sueño. A la mañana siguiente el seno se hinchó más, pero no me sentía tan caliente. Afortunadamente las mujeres que me acompañaban son doulas. Mujeres maravillosas que acompañan mujeres. Me pregunto si podría haber tenido mejor compañía en circunstancias como esta.
Siempre hay una primera vez – Parte I
Ese día era el inicio del evento, un encuentro de mujeres bellas y sabias. Me extraje nuevamente leche en un vasito, con ayuda de mi amiga querida. Aivi, que además de doula es asesora de lactancia, me recordó la importancia de liberar oxitocina en el cuerpo para permitir el fluido de leche con calma. Me ayudó con unos masajes, palabras dulces y así «descargué» otra entrega de leche. Con el frío de aquella madrugada me acompañó una ligera tos y resfrío. Aivi me sugirió tomarme la leche, total, ayudaría con el resfrío y más!
¿Tomarme mi propia leche? ¿En serio? Nunca se me había cruzado por la cabeza! Y sin embargo, me hacía mucho sentido en ese momento. Es la leche que toma mi hijo, lo más puro y nutritivo que le puedo ofrecer, por qué no tomar/probar algo que mi hijo ingiere a diario?, pensé. La razón me dictó que estaba en lo cierto, el prejuicio me hablaba de lo extraño que podría ser. Me preparé con una bocanada de aire y tomé un sorbo, preparada para percibir uno de los sabores más extraños en mi vida. El resultado? … Deliciosa!!!! No me lo podía creer, no sólo sabía bien, era sabrosísima, ligera, dulce, deliciosa! Con el siguiente sorbo saboreé todo y me sentí de maravilla con esta nueva experiencia. ¿Cómo no lo había hecho antes?
Siempre hay una primera vez – Parte II
Sentadas en círculo, nos encontrábamos ahí, en la primera hora del encuentro, con rituales hermosos, recordando tradiciones. La presentación inicial de cada una fue un momento muy agradable, sin embargo el seno me seguía dando señales de alarma, sentía esas bolitas cada vez más duras. Pasaron unas 3 horas y el dolor me invadía una vez más. Aguanté esa sensación hasta el medio día. A la hora del almuerzo Aivi se acercó y me dijo que seguro ya estaba necesitando sacarme leche nuevamente. Me ayudaron Aivi y Andrea, la otra compañera doula, de las más dulces que hay. Me hablaron, me recomendaron posiciones, me hicieron masajes y ahí estaba en una nueva tanda de extracción, más tranquila a nivel emocional, pero más dolorosa en términos físicos. Mi seno llamaba a mi niño, nada como la succión para «desatorar» (Sin mencionar que el otro seno, ya se hacía presente).
Mientras intentaba extraerme con dolor y probando técnicas variadas, Aivi vio pasar a una bella mujer con su bebé en brazos, lo traía en un fular pegadito a ella. Le habló y le comentó el problema que yo estaba teniendo con mis senos y se lanzó a preguntarle si su bebé podría tomar de mi pecho. Ella me miró con sus lindos ojos brillantes y accedió, afirmando que su pequeño es todo un comelón y que siempre le venía bien más leche.
Me lo puso en brazos, las dos cruzamos miradas y sonrisas nerviosas. Mi corazón se agitó muchísimo. Recibí a ese pequeñito como a un ángel bajado del cielo. Lo tomé con mucho cuidado, quise hacerle sentir de la mejor forma posible, le hablé, lo saludé, le ofrecí el pecho adolorido y ahí estaba este pequeño ángel de 5 meses tomando mi leche, aliviando mi dolor, aliviando mis temores. Sacha me acarició el rostro! Lo sentí tan familiar, tan natural. Su madre y yo nos miramos y nos reímos, esas risas felices y nerviosas, llenas de emociones, todas juntas.
El día de hoy estoy sumamente agradecida con esta madre hermosa y su hijo, por el enorme corazón y por su amor. Por solidarizarse conmigo y confiar en mi.
Pero además de haberme ayudado a absolver el dolor del pecho. Lo que ellos no saben es que me dieron una lección de amor.
Me enseñaron que mi pecho y mi corazón no son de uno. Mi corazón es tan grande que está listo para dar más amor, a un hijo más, a dos o tres más! Lo que tanto temía, pensando en quitarle atención o cariño a mi Ignacio, se había desvanecido. Mi amor por él no se vería afectado, pues entendí que estoy en toda capacidad de amar más y más y seguirle amando a él también.
Ahí supe que podía tener más hijos, que esos miedos retenidos, podían ser liberados. Sacha me dio una enorme lección, él y su madre me dieron uno de los mayores regalos en mi vida y por eso les doy mi amor y quedo agradecida con ustedes para siempre.
Nos volvimos a ver el día siguiente, algo atareadas con la agenda del evento, no pudimos cruzar más que palabras, le di un besito a Sacha sin saber que sería el ultimo! Gracias bella madre, gracias por tu amor, gracias Sacha, por ser tan puro e inocente, gracias a la vida por ponerlos en mi camino y traerme este mensaje maravilloso de amor y vida!
Gracias Sacha de mis amores…
Mimando Ando … agradeciendo de corazón!